Nervios, dudas, falta de confianza, ponerse siempre en lo peor… A la hora de afrontar el examen práctico de conducir no las solemos tener todas con nosotros mismos. Para echarte una mano, te damos 4 consejos que te vendrán bien cuando te llegue la hora de ponerte a prueba ante el volante:
Que no te importe dar una clase de más. Preséntate al examen cuando estés seguro. La prisa no es buena consejera. Una clase, o dos, de más pueden venir bien para asentar los conocimientos o resolver dudas. El precio de una nueva práctica a la larga resulta más barato que tener que renovar las tasas.
Conoce bien el coche en el que nos vamos a examinar. Cada detalle cuenta, así que no debes conformarte con saber manejar los pedales. Los espejos retrovisores, el cinturón de seguridad, el asiento, el volante e incluso los limpiaparabrisas pueden serte útil llegado el momento. El vehículo de la autoescuela suele estar a tu disposición, así que no desperdicies la oportunidad de descubrirlo a fondo.
Presta atención a los peatones y ciclistas. Cuando nos examinamos no sólo se trata de una cuestión de coches. Los peatones y ciclistas también juegan su papel. Ten los ojos bien abiertos porque si no les prestas atención, te pueden llegar a fastidiar el examen. Mención especial también merecen los autobuses urbanos, sus carriles exclusivos y sus repentinas paradas cuando menos te lo esperas.
No malinterpretes al examinador. A veces nos creemos que un gesto del examinador como rascarse la oreja o levantar un brazo pueden significar algo como cambiar de carril o girar a la derecha. Para nada. Cuando el examinador quiera comunicarte algo, lo hará. Y si te surge alguna duda, pregúntasela.